
El siguiente artículo ha sido traducido con permiso de la Universidad de Vanderbilt por Ángela Núñez Olmo (Agosto, 2020)
Un nuevo estudio longitudinal publicado en Journal of Education Psychology por la Universidad de Vanderbilt , concluye que no se encuentran efectos negativos a largo plazo en el bienestar psicológico de jóvenes de altas capacidades como resultado de medidas de aceleración académica tales como: salto de curso, graduación temprana, o alguna combinación de métodos de aceleración académica.
A pesar de los numerosos estudios a corto plazo que apoyan la aceleración como forma de atender las necesidades de aprendizaje avanzado de los jóvenes de altas capacidades, a menudo la psicología popular alimenta la preocupación de padres y profesores con la teoría de «Big Fish, Little Pond» (fenómeno relacionado con la autopercepción: un pez se percibe como grande cuando nada en un estanque pequeño) . Esta idea promueve la inclusión con niños de la misma edad como la mejor forma para que los estudiantes de altas capacidades experimenten emociones positivas asociadas a logros, como orgullo y disfrute. Por el contrario, sugiere que estar con compañeros de igual capacidad intelectual puede aumentar emociones negativas como ira, ansiedad, vergüenza y desesperación.
«La evidencia es muy clara sobre la eficacia a nivel educativo de la aceleración en los niños jóvenes de altas capacidades» dice David Lubinski, profesor de Psicología y Desarrollo Humano y catedrático de la Universidad Vanderbilt, quien junto con Camilla Benbow, decana de Educación y Formación Humana, y actualmente candidata doctoral Brian O. Berenstein, coautora del estudio Lubinski y Benbow SMPY.
«Sin embargo, muchas personas se preocupan por los efectos a largo plazo de la aceleración», dice Lubinski, «y por eso es útil nuestro estudio».
El estudio longitudinal ha observado a un grupo similar de alumnos de altas capacidades a lo largo de un periodo de 20 años, y les ha encuestado de nuevo a la edad de 50. en el primer estudio, un total de 1.636 participantes de tres cohortes del SMPY (Study of Mathematically Precocious Youth) identificados entre 1972 y 1983 fueron encuestados, cada uno representando un nivel de capacidad intelectual diferente (Pc90,Pc95 y Pc99). Cada participante completó encuestas con 13 años (identificación), 18 (tras el Bachillerato) y a los 50 años (en medio de sus carreras profesionales). El bienestar fue medido en términos de crecimiento personal, propósito en la vida, autonomía, autoestima y satisfacción general de vida. La secuencia replicada a lo largo de las tres cohortes indica que los participantes no han sufrido ningún declive en su bienestar psicológico a la edad de los 50 como consecuencia de la aceleración académica aplicada en edades tempranas. Y esto ha sido confirmado tanto en hombres como en mujeres.
Un segundo estudio, diseñado para replicar al primero, formado por una cohorte equilibrada en género de 478 estudiantes graduados universitarios, identificados en 1992 entre los mejores instituciones científico-tecnológicas de los Estados Unidos. Los participantes fueron encuestados a los 25 años (identificación) y de nuevo a los 50 años (mitad de la carrera profesional). La encuesta de los 25 recogía información sobre las oportunidades de aceleración académica que los participantes habían tenido antes de la graduación escolar (antes de Bachillerato). La encuesta de los 50 ha utilizado el mismo cuestionario que el primer estudio, con las mismas mediciones sobre el bienestar psicológico. De nuevo, la cantidad de medidas de aceleración académica recibidas por estos graduados universitarios científico-tecnológicos no correlaciona con diferencias individuales en bienestar psicológico a la edad de 50, replicando los resultados de las primeras cohortes tanto para hombres como para mujeres.
Mientras muchos tienen miedo de los posibles consecuencias adversas al mover a un niño de altas capacidades a un grupo más avanzado, la investigación sostiene que es también importante considerar los resultados de mantener a un niño atrás.
«Lo que necesitamos hacer para ayudar a los niños de altas capacidades es básicamente operar de la misma forma que hacemos con los niveles universitarios», dice Benbow, «Si un universitario, por ejemplo, quiere coger una asignatura de un nivel superior y se acerca a un profesor de la misma, el profesor nunca la preguntará cuántos años tiene. En lugar, comprobarán si el estudiante reúne o puede reunir los pre-requisitos, y si lo hace, aceptará que se una al curso», puntualiza Benbow. «Se llama ubicación apropiada según el desarrollo. Averiguas de dónde parte la persona, y estructuras el curriculum en base a ello»
«No existe realmente una edad para la que esta filosofía sea inapropiada. Hacemos esto en la educación infantil ,y mas tarde en la educación superior. ¿Por qué tenemos que pensar que necesitamos intervenir de forma diferente en los años intermedios?, pregunta Benbow.
«Este era la investigación que el campo de las altas capacidades necesitaba desde hace mucho tiempo», añade Lubinski, «porque esta es la primera investigación que examina la relación de la aceleración con el bienestar psicológico durante un periodo de tiempo extenso, y no hemos encontrado ninguna evidencia de problemas a largo plazo».