
Interesante artículo para los padres de niños de altas capacidades, espero os sea de utilidad.
EDUCACIÓN FAMILIAR DE LOS NIÑOS SOBREDOTADOS: NECESIDADES Y ALTERNATIVAS
Dra. Luz Pérez. Universidad Complutense de Madrid. España
Cuando hablamos de educación familiar nos referimos a la educación impartida por los padres a unos sujetos directos e inmediatos que son sus hijos. Pero se llama también familiar porque se da en un contexto psicosocial, en un microsistema privilegiado y singular.
Actualmente suele encuadrarse la educación familiar dentro de las educaciones no formales, es decir, no escolares o académicas, aunque a decir verdad pocas influencias educativas son tan formales en el sentido de «formalizadoras», de capaces de dar forma al ser humano en el desarrollo y construcción de sí mismo, como la educación familiar.
Cualquiera que sea el punto de vista que se tenga en relación con la familia y su papel en la educación de los hijos, se viene a coincidir en que es el contexto más importante para el desarrollo humano, al menos hasta que los hijos adquieren un nivel de independencia suficiente.
De igual manera se insiste en que la familia contribuye no sólo al desarrollo global de la personalidad de los hijos, sino también a aspectos muy concretos del desarrollo, como son el pensamiento, el lenguaje, los afectos etc.(Beltrán y Pérez, 2000)
El tema de la educación familiar puede tomarse desde muy diferentes enfoques, y hay abundante literatura sobre evolución de su estructura, estilos y tipos de familia, estrategias educativas de los padres, la educación de niños con dificultades etc.. Pero el área de la educación de los hijos «inteligentes» es de las científicamente menos conocidas. (Pérez, Domínguez y otros,2000)
Aunque los padres de alumnos de gran capacidad pueden considerarse de algún modo «bendecidos» en muchos sentidos, por tener este tipo de hijos, deben enfrentarse también a retos y problemas únicos relacionados con la superdotación y el talento.
Al revisar la literatura sobre estudiantes superdotados es fácil comprobar que se ha dedicado más atención a cubrir las necesidades intelectuales y de aprendizaje de estos alumnos, a través de programas especiales, y se han dedicado menos estudios e investigaciones para cubrir otro tipo de necesidades relacionadas con aspectos emocionales y de orientación personal y familiar.
Hoy día parece claro que la superdotación es causadas por una serie de factores de distinto orden: genéticos, psicológicos, sociológicos, etc., todos ellos han de ser tenidos en cuenta para la comprensión de la superdotación y el talento.
Muchos estudios (Wallace y Walberg, 1978; Gardner 1995), señalan que la familia, el colegio y las condiciones sociales son también un apoyo indispensable para el niño con capacidad superior. Por ello es importante orientar y atender las necesidades de la familia, si queremos que el niño desarrolle sus talentos adecuadamente.
Aunque expertos y educadores enfatizan la importancia del papel de la familia en la educación de los hijos de alta capacidad, éstos han recibido poca información sustancial sobre este tema. Además de que no les resulta fácil encontrar apoyo, ya que la sociedad en general no alienta este tipo de excepcionalidad. Por ello nuestro estudio intenta analizar y descubrir los retos que para muchas familias supone el tener un hijo con alta capacidad.
Lo primero que hemos realizado en nuestro trabajo ha sido un análisis de la literatura y la investigación que versa sobre el desarrollo del niño superdotado en el entorno familiar y una exploración del significado psicológico que la superdotación tiene en este contexto.
La segunda parte estará formada por un estudio basado en encuestas realizadas a padres de niños con alta capacidad de distintos puntos de España; por último señalaremos las bases de un programa experimental de «escuela de padres» dedicado al apoyo de padres con hijos de alta capacidad intelectual que hemos llevado a cabo.
¿Cómo hablar de las capacidades de mi hijo?: La familia y la identificación
Antes de adentrarnos en el contenido de nuestro trabajo parece imprescindible hacer un breve análisis sobre el concepto de superdotación y sobre las amplias discusiones acerca de la necesidad o no de identificar en edades tempranas a los niños con capacidad superior.
Exponer a una familia qué es un sujeto superdotado puede parecer fácil inicialmente: es aquella persona cuyas capacidades son superiores a las normales, o a las esperadas para su edad y condición, en una o en varias áreas de la conducta humana. Esta definición aparentemente sencilla y clara, abre, desde el punto de vista familiar una serie de interrogantes no fáciles de resolver, tales como ¿ se dan cuenta los padres de esas diferencias? ¿qué hacer cuando aparecen? .
Pero no son sólo éstos los problemas que se plantean en la familia con un hijo de alta capacidad. Como hoy se ha demostrado (Gadner,1995), la superdotación es un estado al que se llega de adulto: nadie nace genio o campeón de tenis. Se puede nacer con unas capacidades que, debidamente desarrolladas, se convertirán en habilidades superiores, talento o superdotación. La superdotación es un constructor en el que inciden diversos factores que son poco predictibles en edades tempranas, por ello las excesivas expectativas en niños pequeños pueden ser perjudiciales para el niño y su familia si no se llega a desarrollar esta alta capacidad.
Los primeros estudios que hemos revisado aluden a las consecuencias de la identificación temprana y especialmente al tema relacionado con las «etiquetas».
Es evidente que el dilema existe porque, por un lado, es necesario denominar o «etiquetar» a los jóvenes para clasificarlos de acuerdo con sus necesidades de aprendizaje, pero, por otro, la etiqueta puede ser perjudicial para el niño.
Se ha prestado mucha atención a las etiquetas negativas, pero el poder de las etiquetas positivas (Cornell, 1984) ha pasado desapercibido y sin embargo, ambos tipos de etiquetas modelan de la misma forma el comportamiento social.
Las investigaciones sobre los efectos de la etiqueta de «superdotado» están mezcladas. La etiqueta provoca reacciones positivas, negativas y neutras.
La primera impresión que los padres tienen sobre su hijo es que es diferente, lo que inmediatamente le convierte en un niño especial. Empiezan a darse cuenta de algunos comportamientos como, que es muy observador, pregunta cosas poco comunes para su edad, tiene un lenguaje muy rico… Según Carandag (1992), la reacción inicial de los padres a la «etiqueta» varía mucho, desde la incredulidad al sentimiento de orgullo, y desde el sentimiento de temor, al de alegría y confianza, pero sobre todo, muchos padres experimentan un gran sentimiento de responsabilidad y de sentirse perdidos.
Existen pues reacciones de ambivalencia entre los padres sobre el significado de la «etiqueta» de capacidad superior. Muchos, niegan que su hijo lo sea y otros se sienten especialmente orgullosos.
En general podemos decir que la reacción de los padres a a la etiqueta de «superdotado» es similar a la vez los padres con hijos con dificultades de aprendizaje, «el niño es diferente», esto les crea preocupaciones sobre el ajuste social y la felicidad de su hijo.
A los padres, según Colangelo (1988), generalmente les preocupa también si el «etiquetado», causará problemas a sus hijos con sus compañeros y sus profesores.
Algunos padres tienden a utilizar el término superdotado sin ninguna inhibición, para referirse a su hijo. Esto es desaconsejable, debido a que este término es una poderosa etiqueta y puede ser utilizado en sentido muy amplio. Por ejemplo, sin darse cuenta, los padres pueden empezar a interpretar muchos aspectos del comportamiento de su hijo como un reflejo de su superdotación: despierto y sociable para unos, aunque absorto y tímido para otros, exigente, intolerante y perfeccionista para algunos aunque, operativo y flexible para otros. Obviamente, rasgos tan contradictorios no pueden ser a la vez características de la superdotación
En contraste con los padres que usan la etiqueta con toda libertad, existe otros a los que no les gusta utilizarla. Es impresionante comprobar cómo estos padres reflexionan. Ellos son conscientes del talento de su hijo del que se sienten muy orgullosos, pero piensan que el término superdotado no tiene una finalidad útil. Pueden reconocer las necesidades que su hijo tiene sin tener que etiquetarle directamente con esta palabra.
Parece demostrado que cuando a esta etiqueta se le da excesiva a importancia en la familia acaban apareciendo problemas.
Hay algunos estudios (Cornell 1984) que han analizado las diferencias entre los padres que ven a su hijos como superdotados y las madres de estas mismas familias. Cuando ambos, padre y madre perciben a su hijo, de alta capacidad sus actitudes son similares y asumen un rol muy activo en la educación y el cuidado del niño, incluso en familias de corte tradicional, la división convencional de roles paterno/ materno se hace menos rígida.
Lo que también expone este autor es que en la mitad de las familias estudiadas, el padre no percibe al hijo como de alta capacidad. En este caso el padre tiene una relación menos cercana y se siente menos orgulloso del hijo que su esposa, que lo percibe con alta capacidad.
Del mismo modo Cornell estudió las definiciones y los sentimientos que el término su provocaba en los padres de niños detectados como de alta capacidad. Demostró que las concepciones eran muy diversas y caían al menos en cuatro categorías.
a) Aquellos que reservan el término superdotado estrictamente para el genio o prodigio raro.
b) Aquellos que lo incluyen en un grupo más amplio de niños que tienen un talento o habilidad especial.
c) Aquellos que definen el término con una puntuación de CI.
d) Aquellos que defienden un concepto de superdotación basado en una habilidad superior para aprender.
Además este autor constató, cómo muchos padres tienen sentimientos negativos hacia el este término, casi un 40% . En este caso las opiniones se agrupaban en tres categorías:
La de los padres que rechazaban usar el término simplemente porque se oponían al uso de etiquetas que pudiesen estereotipar al niño o conducir a visiones sesgadas.
Otros grupos le veían connotaciones pretenciosa de algún tipo.
Por último, otro grupo de padres se centraba en la idea de que la superdotación estaba asociada de alguna forma con desajustes emocionales y sociales. Para ellos la etiqueta de superdotación no era deseable porque los superdotados eran vistos como un grupo de niños problemáticos.
La conclusión importante de estos trabajos es, que lo primero que los padres deben reconocer es su propio concepto de superdotación, a partir del cual, modificado o no, si fuera necesario, establecer las demandas y necesidades para la educación de su hijo o hija.
¿Iguales o diferentes?: Relación de los padres con los hijos sobredotados
Meckstroth (1992), recoge en un amplio artículo que el proceso de reconocer cualidades de capacidad superior un niño provoca todo un rango de respuestas en la familia, afectando a los roles y relaciones de todo el entorno familiar que intenta acomodar este nuevo hecho, y cada miembro de la familia reacciona diferente debido a su particular temperamento, personalidad, intereses y habilidades.
Sería muy interesante que psicólogos y educadores anticiparan las dificultades inmediatas de sus hermanos y padres cuando diagnostican a un niño como con capacidad superior, es importante que conozcan y entiendan los problemas básicos a los que éstos se enfrentan.
El estudio Hackney (1981), demostró que una de las primeras dificultades que experimentan los padres de niños con alta capacidad es la de diferenciar los roles paternos/ maternos y los roles del niño. Los problemas se centran en determinar si el chico debe ser tratado, de la misma forma que los otros niños o como adulto.
Debido a la alta capacidad, el niño con talento capaz de participar en discusiones familiares a un nivel de adulto, los padres tienden a tratarle como a una persona y esto genera conflictos tanto para los padres como para el niño.
En este mismo estudio los padres comentaron lo difícil que era mantener una relación padre-madre/ hijo en temas de disciplina, debido a que el niño se comportaba como adulto en otros sentidos.
Otro problema en los roles familiares, es debido al que el niño de alta capacidad puede tener una percepción mayor que su padres y sus hermanos y utilizarla para manipularlos y manejarlos.
En el estudio enunciado y en otros estudios se comenta que la relación entre estos niños y sus hermanos no es igualitaria, en muchas ocasiones el niño de alta capacidad trata de dirigir la vida de su hermano/a y decirle lo que debe hacer en todo momento.
El hecho de ser brillante, sensible e inteligente, puede llevar al niño/a con capacidad superior a asumir un papel más autoritario y controlador, llegando a ser un «tercer padre/madre» en el entorno familiar
Otro hecho que ocurre en las familias con hijos con capacidad superior, es que en ocasiones los padres pueden llegar a desarrollar sentimientos de culpa y bajo autoconcepto. Según Keiruz (1990), muchos padres de niños con alta capacidad tiene problemas porque, como la mayoría de los padres, están preparados para tratar con chicos de la media. Cuando el niño es excepcional, los padres experimental confusión, inseguridad y ansiedad sobre su forma de actuar y sobre lo que pueden hacer para ayudarle.
» El sentimiento más común es el de ansiedad por tener un hijo diferente y no sabe cómo tratarle, provocando está falta de recursos, un cierto complejo en ellos» (Gordillo, 1993).
Estos padres pueden verse inundados por sentimientos negativos sobre su propia incapacidad, tanto en lo referido a dar el soporte emocional que un niño diferente puede necesitar, o ser capaces de proporcionarle un entorno educativo los suficientemente estimulante.
Muchos padres, del estudio ya citado de Hackney (1981), expusieron su culpabilidad y la excesiva responsabilidad que sentían por tener un hijo con alta capacidad. Ellos están acostumbrados a escuchar el mensaje, tanto si es real como si no lo es, de que como su hijo es de alta capacidad, tienen la especial responsabilidad de que desarrolle su talento tanto como sea posible, tanto como sea posible, es una objetivo tan inalcanzable, como poco definido. Es obvio, que visto desde este modo, estos padres tienen muchas oportunidades de equivocarse.
Muy a menudo sienten presionados a comprar libros, a realizar viajes a contratar un tutor o a buscar tiempo especial para instruir a su hijo que en matemáticas o en ciencias. Esto puede llegar a representar una forma de auto exigencia patológica, hasta el límite de que si no cumplen con todas estas expectativas, se dicen a sí mismos que no están cumpliendo con su deber hacia su hijos.
Otro aspecto de las relaciones familiares, que se deriva de lo anteriormente visto, es la necesidad que en familias se impone de hacer adaptaciones familiares, o adaptaciones de la vida familiar en función de las necesidades del niño de alta capacidad. Estas adaptaciones y éstos cambios surgen normalmente de un sentimiento de amor, comprensión y compromiso. Pero también reflejan un sistema familiar en el que el niño se convierten en el centro de la vida de la familia y el sacrificio de los restantes miembros puede llegar a a tomar proporciones extremas. La pregunta es: ¿hasta qué punto debemos adaptarnos a las necesidades de nuestro hijo con alta capacidad? , Hackney responde, a partir de los datos analizados en su estudio, que esa adaptación es positiva mientras no restrinja el desarrollo y las posibilidades de los restantes miembros de la familia.
En general, las relaciones familiares son descritas en muchas investigaciones como cooperativas y armoniosas. En muchas ocasiones los padres conocen las necesidades de su hijos y tienden a entusiasmarse y a colaborar en actividades con ellos. (Cornell, 1984; Colangelo,1988; Hackey, 1981).
Sin embargo la calidad del amor de los padres, explica Cornell, estaba condicionada por muchos factores, y la alta capacidad pueden ser un atributo altamente indeseable en la familia. De este modo, el niño o la niña de alta capacidad puede representar una fuente excepcional de satisfacción narcisista, percibiendo los padres al hijo o la hija como similares a sí mismos e intentando que éste o ésta realicé las ambiciones que ellos no pudieron realizar. En este caso el nivel de expectativas y exigencias de los padres hacía su hijo es tan alto, que puede desembocar en que el niño siempre se sienta insatisfecho con todo lo que hace y esté constantemente subiendo sus niveles. Muchas veces esta presión paterna es comunicada de forma inconsciente.
En otras ocasiones, el hecho de que el hijo o la hija posea una capacidad excepcional, es una posible explicación de su comportamiento para aumentar las expectativas y las exigencias, y también su tolerancia hacia peticiones y comportamientos poco comunes para un niño.
También ocurre en las familias donde existen hijos con alta capacidad, que estos obtiene en un mayor reconocimiento de sus padres que otros miembros de la familia, en muchas ocasiones, los padres tienden a ver a su cónyuge o a sus hijos menos dotados, como menos capaces de lo que en realidad son, y existe una falta de autoestima hacia la singularidad de cada miembro de la familia.
Cuando esta relación es adecuada a los sentimientos de los padres no son predominantemente narcisistas, tienen respeto y amor hacia su hijo, centrándose en los sentimientos del niño y no en su logros o habilidades. Los padres no solamente aceptan la independencia del hijo, si no que la aprecian y manifiestan satisfacción por la misma, al tiempo que diferencian las características y capacidades de cada miembro de la familia.
Algunos autores (Feldhusen y Kroll, 1985), han estudiado los problemas que se producen cuando uno de los dos padres no perciben al hijo o la hija como de alta capacidad. Es interesante y constatar que en trece de cada quince casos donde sólo uno de los padres percibía a su hijo o hija como muy dotado, era la madre la que habitualmente sostenía esa percepción. Si el padre no percibe la alta capacidad de su hijo, la relación entre la madre y el hijo o la hija tiende a excluir al padre. Los padres muy a menudo no tienen interés por el tema de la súperdotación que lo ven como una «causa» de la madre. Esta situación puede ser una fuente de tensión entre los padres.
No obstante, estas diferencias vienen en muchos casos producidas por la distinta percepción y el conocimiento que los padres y las madres tienen sobre la súperdotación. Parecen que los padres atienden a menudo a dar una definición de la superdotación limitada a la idea de «genio o prodigio». Las madres tienden a dar una definición más amplia y menos restrictiva que enfatiza la habilidad de aprender, de tener talentos especiales. Tanto los padres como las madres parecen conferir al término una significación emocional y tienen sus propias e independientes concepciones del mismo, como ya vimos en el apartado anterior.
Lo mejor y saludable desde el punto de vista psicológico (Tolan 1990), es que ambos padres estén de acuerdo sobre algunos temas relacionados con el potencial de su hijo, formar un «frente unido» es la mejor manera de evitar problemas.
«Yo soy listo y tú no»: Las relaciones entre hermanos
Si como hemos visto, la aparición de un hijo de alta capacidad no afecta demasiado a las relaciones de la pareja, si parece claro que la relación entre hermanos esta más afectada por esta situación. (Ballering y Koch, 1984).
Se sabe que las diferencias en inteligencia entre hermanos con alta capacidad y otros que no la tienen correlaciona con las dificultades de ajuste entré ellos. Siempre que se produce un reconocimiento público o formal de un niño, afectará a sus hermanos, esto es verdad tanto si el niño ha ganado un premio, o si ha sido elegido el mejor alumno de la clase. Los otros hermanos pueden sentir que no son «tan buenos» o que no son «tan importantes».
Parece que los hermanos de chicos con alta capacidad manifiestan más problemas emocionales y sociales que los hermanos de familias donde no existe ningún chico sobre dotado. Cornell (1984) expone que estos hermanos muestran indicadores de inseguridad y baja autoestima en medidas de personalidad. Parece razonable la hipótesis de que estos niños pueden tener sentimientos de y inferioridad con relación a sus hermanos. Estos hallazgos levantan serias preocupaciones acerca del ajuste personal de estos chicos. Algunos de ellos parecen tener bastantes problemas e inseguridad, y en un gran número de casos los padres no suelen ser conscientes de que estos sentimientos.
La edad es una variable que puede intervenir en las relaciones entre hermanos. Si el hermano mayor es más inteligente que el hermano menor, las relaciones entre ellos pueden ser más positivas y más estables que sí sucede al contrario, aunque en muchas ocasiones el menor puede sentir que tiene una misión imposible, igualar a su hermano y tener su mismo talento. Cuanto menos diferencia de edad exista entre hermanos más afectados se sienten negativamente en la relación familiar y en el ajuste personal.
En un estudio realizado por Yewchuk y Schlosser (1966) sobre mujeres eminentes y su relación con sus hermanos, se informa que las niñas no tuvieron buenas relaciones con su hermanos y lo achacaban a la diferencia de edad, o a que percibieron favoritismos por parte de sus padres o por un sentimiento de soledad.
Keirouz (1990) expone que, aunque la mayoría de las investigaciones reflejan efectos negativos sobre la autoestima de los hermanos de un chico/a con alta capacidad, también es posible que estos hermanos obtengan algunos efectos positivos de la etiqueta, la autoestima de muchas personas crece compartiendo el éxito de otros que están cercanos y destacan.
Algunas investigaciones recientes (Chamrad, Róbinson y Janos, 1995) apuntan a que tener un hermano con alta capacidad tiene consecuencias muy positivas, pues pueden servir como modelos tutores y amigos relativamente maduros. La superdotación de un miembro de la familia no debe ser el «chivo expiatorio» de muchas de las tensiones familiares que pueden ser consideradas como normales.
Estos resultados recientes demuestra que la situación no es tan problemática como se hubiera podido imaginar según informes anteriores.
La familia y el contexto escolar. ¿Debo decirle a los profesores que creo o sé que mi hijo/a es sobredotado?
En 1985, Feldhusen y Kroll, en una investigación realizada para detectar las percepciones de los padres sobre la experiencia de sus hijos bien dotados en que colegio, encontraron que la mayoría de estos padres percibían que el currículum que impartían los colegios no coincidían con proyectos educativos adecuados para jóvenes con alta capacidad.
Es curioso constatar cómo en países donde se ha avanzado mucho en el campo de la educación, todavía se sigue produciendo manifestaciones de denuncia contra una educación inadecuada para el alumno de alta capacidad.
En los países en que el ambiente educativo no es el apropiado para sus hijos, los padres se ven obligados a afrontar en solitario las necesidades especiales de educación de sus hijos. Además no hay un acuerdo científico sobre qué tipo de programas ayudan verdaderamente al alumno bien dotado. Por ello Dettman y Colángelo (1980), hacen hincapié en la idea de que los padres detectan la alta capacidad de su hijo o hija pero no pueden discernir con exactitud cuáles son las habilidades reales de chico. En esta situación, es difícil para ellos decidir cuál puede ser el mejor programa educativo para sus hijos.
Los padres, a veces dan toda la responsabilidad al colegio, aunque estén poco satisfechos con los resultados. En el otro extremo, están los padres más agresivos tomando la iniciativa de determinar y demandar que las necesidades educativas de sus hijos sean satisfechas, con el resultado frecuente de una ruptura de las relaciones escuela-familia.
Es importante que la familia tenga en cuenta, que la escuela no actúa con el propósito de mantener al niño de alta capacidad en un ambiente inadecuado de aprendizaje, aunque sea éste el efecto que consigue. Muchos educadores nunca han conocido ni han tratado con las necesidades de un niño de estas características. Ellos no lo reconocen, y no saben cómo deben manejarlos. Aunque estén dispuestos a realizar un esfuerzo para acomodarse a las necesidades de estos jóvenes, carecen de la información y de la experiencia suficiente, y no saben cuál es el tipo de que esfuerzo que deben realizar.
Por su parte, los padres indican muy a menudo que les gustaría colaborar en el plan educativo de sus hijos, especialmente en sus decisiones vocacionales, también indican que necesitan más orientación sobre las necesidades educativas de sus hijos, así como sobre métodos de enseñanza de manera que su labor pueda complementar a la del colegio.
Los padres pueden ser a veces eficaces orientadores de las necesidades educativas de sus hijos. Es importante recordar que ellos conocen a su hijo mejor que cualquier otra persona, así su conocimiento, información, e instinto pueden ser muy valiosos. Es por ello, por lo que una estrecha cooperación entre el colegio y la familia es muy importante para el buen desarrollo de el niño con alta capacidad.
La preocupación más común entre los padres de niños con alta capacidad respecto a su educación, es como enriquecerles, como animarles a que aprendan, encontrando un justo balance, sin llegar a presionarles o a estimularles por debajo de sus posibilidades.